Este sábado en el Ciudadela Norte vimos una película nacional. Este nuevo cine nacional que se va haciendo cada vez más y más presente gracias a la calidad de sus creaciones. Ya es una alegría comentar que el director de Luna de Avellaneda (la pelí que vimos) es un ganador del Oscar ¡Imagínense afirmar que el protagonista compartió su éxito en esa oportunidar! Si, si, es una película donde la dupla Campanella -Darín dan los frutos deseados. Quizás no al mismo nivel que El secreto de sus ojos pero no mucho menor.
¿Porqué vimos Luna de Avellaneda? Básicamente, por su temática: todas las acciones giran en torno a este club (el Luna de Avellaneda propiamente dicho) que es un poco la excusa para hablar de cosas cercanas a nuestra existencia: la amistad, la organización vecinal, el futuro (felíz) de los niños y, quizás uno de los puntos más importantes (según Sergio, uno de mis hermanos con el que organizamos el Golondrina) el sobrevivir en un contexto económico tan crucial como el dos mil uno. Y ahora río (sonrío, más que reír) porque me doy cuenta que ese año, en La Argentina, no necesita mucha explicación.
Si, si, vimos la historia de un Club en un Club. El de ficción: Luna de Avellaneda( el de la peli, en realidad, el Luna de Avellaneda existe realmente) y el que nos cobijó con nuestro humilde proyector de video: El Club Ciudadela Norte. Estuvo linda la noche, vimos una linda peli y hasta alguna lágrima vi rodar por la cara de Sara, vecina (¡y actriz!) que sabe seguir nuestras proyecciones.
Además ese Club (ahora, el Ciudadela Norte) que tan hermoso está y va a estar cada vez más hermoso me lleva a pensar en varios locos que ya no están y, sin embargo, están siempre en ese aire a "juntémosnos" tan amistoso. Pensé en mi abuelo Orestes, al que no conocí y sí gracias a las anécdotas que que me contaron. Pensé en Panizo que no paraba de sombrear naturalezas muertas y me inició en el dibujo. Pensé en Cacho, mi viejo jugando a la pelota paleta. Pensé en mi tío Osvaldo arrimándole una de Basquet para jugar juntos un rato. Pensé en la gorda Libertad peleándose con alguien porque el traje de Mercedes Sosa se le había descocido y el comifónico no sería lo mismo. Pensé y, la puta si pensé, en mi vieja haciendo bocaditos de acelga a pedido para ese bufet que supo tenerla entre sus filas.
Perdón si me puse medio melancólico, si les sirve de apasiguante, también pensé en mi sobrinito Luca que, proximamente, será un socio más del Club.
Una última observación: ya dije, no pude evitar pensar en todos esos locos que animan la vida de un club y prosiguen a pesar de las dificultades. Yo, no sé Ustedes, pero los clubes me parecen geniales. Son, quizás, una de las mejores excusas para juntarse con aquellos que apreciamos y hacer algo con sentido: deporte, cultura o intercambio social.
O cine!!

Lucho Gorrion



Buenas noches!! Nos vemos en el Club!!